La ciudad de Cali, reconocida como la “capital mundial de la salsa”, se destaca como un epicentro cultural donde convergen la música, el baile y la identidad afrodescendiente en espacios emblemáticos construidos y mantenidos históricamente por comunidades racializadas.
Cuando se piensa en esta ciudad como la “capital mundial de la salsa” es necesario ir más allá de la proliferación de academias de baile o a la realización de eventos como la Feria de Cali ya que este movimiento incluye dinámicas dadas durante todo el año, generadas por bares, salsotecas, escuelas de baile, bailadoras(es) bailarinas(es), orquestas, Djs, melómanos, vendedores de discos, colectivos y creadores de contenido virtual y todos los actores que se benefician indirectamente como los productores de trajes y calzado, productores de instrumentos, productores de conciertos, sonidistas, medios de transportes, etc.
Este movimiento sostiene su historia sobre raíces más profundas marcadas por procesos de resistencia, migración y resistencia a la apropiación cultural.
En este contexto, la implementación de tarifas diferenciales para extranjeros provenientes del norte global, en La Caldera del Diablo, ha generado debates sobre su legitimidad y pertinencia desde enfoques jurídicos y de derechos del consumidor.
Un análisis antirracista y descolonial permite comprender esta política tarifaria no como una forma de discriminación arbitraria, sino como un mecanismo de reparación simbólica y económica frente a las desigualdades estructurales derivadas del colonialismo y el racismo global.
Desde una perspectiva descolonial, la salsa no es únicamente un producto de consumo turístico, sino una manifestación cultural que ha sido históricamente apropiada por dinámicas capitalistas que frecuentemente excluyen o invisibilizan sus inicios barriales, populares y comunitarios.
En este sentido, la tarifa diferenciada para extranjeros provenientes del norte global¹, puede interpretarse como una estrategia de redistribución económica y reconocimiento cultural, destinada a revalorizar los aportes de las comunidades locales y generar beneficios directos para quienes han sostenido estos espacios a lo largo del tiempo.
El presente artículo tiene como objetivo presentar a la comunidad local y extranjera la implementación de la tarifa diferencial propuesta por el establecimiento de salsa en Cali “LA CALDERA DEL DIABLO” desde una perspectiva crítica que integra el pensamiento antirracista y la justicia económica.
Para ello, se abordará el concepto de “justicia tarifaria” en contextos de turismo cultural, así como se explorarán precedentes de políticas similares en otros espacios a nivel global y local, y se discutirá cómo esta medida puede contribuir a la sostenibilidad económica mediante una iniciativa de recaudo propuesta por el La Caldera del Diablo llamada “Palenke”, este nombre se (da) […] como un reconocimiento al valor y la fuerza histórica que representa esta palabra, la cual describe los lugares de refugio a los que llegaban las personas negras y africanas esclavizadas durante la colonia que escapaban de la opresión y esclavización española.
La Salsa Caleña como práctica de resistencia frente a la Gentrificación Global
Desde las animadas calles de Cali la salsa resuena como el latido que marca el ritmo de la vida cotidiana. Esta ciudad ha ganado su título como “capital mundial de la salsa” gracias a su rica historia y la extraordinaria pasión de sus habitantes por este género musical que constituye un signo de identidad territorial (Ulloa S, 1986).
Desde las décadas de 1960 y 1970, Cali se ha erigido como un centro neurálgico para la salsa, atrayendo a músicos, bailarines y aficionados de todas partes del mundo. La proliferación de escuelas de baile, clubes nocturnos y festivales dedicados a la salsa ha consolidado su reputación, convirtiéndola en el mayor símbolo de identidad y orgullo cultural.
El auge de la salsa en Cali comienza en los años 60 y 70, influenciado por el impacto de la música caribeña, especialmente de Cuba, Puerto Rico y New York. A diferencia de otros lugares donde la salsa se consolidó como una industria musical, en Cali esta se convirtió en un fenómeno comunitario y barrial.
La salsa caleña adquirió un estilo propio, caracterizado por un ritmo acelerado, pasos ágiles y con un énfasis en el baile social. En los barrios populares, las salsotecas y jugaron un papel crucial en la difusión de esta cultura.
Más allá del baile y la música, la salsa caleña ha sido un espacio de resistencia para las poblaciones racializadas y empobrecidas.
En este entorno donde la salsa se vive y se percibe en cada paso, en cada esquina y en cada corazón caleño, La Caldera del Diablo busca ser un espacio que va más allá del entretenimiento y se propone como un agente de cambio y transformación del tejido social de la ciudad.
De esta forma el establecimiento reconoce la esencia primaria de la salsa caleña, la cual establece un tipo de comunicación a través del lenguaje corporal (Ulloa S, 1986) que se materializa en acciones concretas, un ejemplo de esto puede ser cuando un barrio (cualquiera que sea marginalizado al interior de la ciudad), organiza una “rumba” al ritmo de la salsa caleña con el fin de recaudar los recursos económicos que permitan terminar de construir la escuela para el barrio que el estado ha sido incapaz de concluir. Esto evidencia que la salsa en Cali, más que un actor de entretenimiento ha sido un medio de resistencia y organización comunitaria.
Para las clases populares, especialmente afrodescendientes, los barrios tradicionales como los del distrito de aguablanca, el barrio Obrero, Alameda y Juanchito se convirtieron en espacios donde la música era tanto una forma de disfrute como una manera de afirmar su identidad frente a las desigualdades raciales y económicas. El investigador César Pagano, “Cali hizo de la salsa una razón de vida, una forma de resistencia cultural que unió generaciones y clases sociales” (Pagano, 2007, pág. 34).
En la última década, Cali ha sido testigo de un fenómeno creciente a nivel latinoamericano generado por la llegada de extranjeros provenientes del norte global atraídos por el costo de vida relativamente bajo.
En este sentido, esta migración ha generado procesos de gentrificación que afectan las economías locales. Quijano (2000), “la Colonialidad del poder sigue operando a través de estructuras económicas que perpetúan la dependencia y la desigualdad”. Los extranjeros, al llegar con monedas fuertes como el dólar o el euro reconfiguran la ciudad. el acceso a la ciudad.
En este contexto, el cobro de una tarifa diferencial para extranjeros del norte global en la Caldera del Diablo no es una medida arbitraria ni discriminatoria, sino una forma de justicia restaurativa.
Esta estrategia busca compensar, aunque sea parcialmente, la desigualdad económica que permite a los visitantes del norte global beneficiarse de bienes culturales sin haber sido parte de los procesos históricos que los crearon.
Fraser (1997) la justicia social no solo implica la redistribución económica, sino también el reconocimiento de las desigualdades estructurales y su reparación a través de políticas concretas.
La Caldera del Diablo: Una Apuesta de Reparación y Resistencia
La Caldera del Diablo ha asumido una postura política frente al reconocimiento de desigualdades estructurales y se ha planteada una forma de reparación concreta a través de la creación del fondo “Palenke”. Desde el año anterior (2024), se creó este fondo se nutre a través de una cuota diferencial de entrada según la procedencia de sus visitantes (Norte Global/ Latinoamérica).
Lejos de ser una medida discriminatoria, esta política busca reconocer la asimetría económica entre la población local y los turistas extranjeros, y buscando garantizar que la comunidad caleña no sea desplazada de su propio espacio cultural, al mismo tiempo que se genera un fondo que permite contribuir a combatir problemáticas estructurales a nivel local (racismo, violencias de género, acceso y/o permanencia escolar de población históricamente marginada, injusticia e inequidad social entre otras).
Este tipo de prácticas se alinean con enfoques de justicia restaurativa que buscan no solo reparar el daño material, sino también fortalecer el tejido social y cultural. En palabras de Boaventura de Sousa Santos (2010), es fundamental desarrollar “epistemologías del sur” que permitan a las comunidades del sur global redefinir sus propias formas de justicia y resistencia frente a las imposiciones del capitalismo global.
Así las cosas, el establecimiento La Caldera del Diablo se sostiene en la firme convicción de que la salsa caleña no es solo música y baile, sino un símbolo de identidad, resistencia y comunidad, pero sumado a ello están otra serie de apuestas y articulaciones que se sustentan en una postura antirracista y descolonial.
Por esto es importante señalar que este tipo de medidas no buscan excluir, sino equilibrar una balanza que ha estado inclinada por siglos a favor del norte global. En última instancia, la defensa de la salsa en Cali no es solo una cuestión cultural, sino también un acto político de reafirmación y soberanía sobre el propio patrimonio.
Como advierte Boaventura de Sousa Santos, “el capitalismo global no solo mercantiliza bienes, sino también saberes y prácticas culturales, despojando a los pueblos del control sobre su propio patrimonio” (Santos, 2010, pág. 45).
El Fondo “Palenke” como estrategia de Justicia Restaurativa
A primera vista, esta medida puede llegar a ser criticada por algunos sectores, especialmente desde el discurso neoliberal que defiende la igualdad de acceso basada en la capacidad de pago individual. Así las cosas, esta iniciativa no es un acto de discriminación sino una forma de justicia restaurativa.
La justicia social no se limita a la redistribución económica, sino que también requiere el reconocimiento de las desigualdades estructurales y la implementación de medidas que corrijan dichas asimetrías (Fraser, 1997).
En este sentido, la cuota diferencial responde a una realidad: los extranjeros provenientes del norte global llegan con economías más fuertes, lo que les otorga una ventaja desproporcionada en la interacción con los mercados locales, y la creación del fondo “palenke” con los dineros recaudados de esta cuota, buscan impactar de manera directa en grupos sociales históricamente marginalizados y oprimidos.
Este tipo de medidas tienen antecedentes en diversas luchas por la justicia económica y racial. En el contexto del apartheid en Sudáfrica, por ejemplo, se implementaron políticas de acción afirmativa para corregir siglos de exclusión racial. De manera similar, los pueblos indígenas en América Latina han reclamado medidas de protección para evitar el despojo de sus territorios y culturas.
La apuesta de La Caldera del Diablo no solo busca equilibrar las condiciones económicas, sino también enviar un mensaje político claro: la salsa caleña no es un producto turístico desprovisto de historia, sino un patrimonio vivo que debe ser protegido de la apropiación y el desplazamiento. Así como, apostar por incentivar una cultura de establecimientos con una mayor conciencia de justicia social que se alinean con las raíces de resistencia comunitaria e histórica que ha tenido la salsa desde sus inicios.
En este contexto, medidas como la cuota diferencial implementada por La Caldera del Diablo son una forma legítima de justicia restaurativa. No buscan excluir a los extranjeros, sino corregir una desigualdad estructural que les otorga ventajas desproporcionadas.
La defensa de la salsa caleña debe ser entendida como un acto político, un esfuerzo por preservar la identidad de la ciudad y resistir las formas contemporáneas de colonialismo económico y cultural, al mismo tiempo que se convierte en una oportunidad de generar, a través del fondo propuesto, iniciativas que promuevan transformaciones estructurales significativas, impactando de manera positiva a un amplio sector de las poblaciones más vulnerables de la sociedad.
Bibliografía
- Fraser, N. (1997). Justice Interruptus: Critical Reflections on the “Postsocialist” Condition. Routledge.
- Pagano, C. (2007). Salsa, un sueño colombiano. Editorial Norma.
- Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 173, 121-136.
- Santos, B. d. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Trilce.
- Ulloa S, A. (1986). La Salsa en Cali. Entre la imagen vendible y la realidad de lo popular. En La Salsa en Cali: cultura urbana, música, y medios de comunicación (págs. 42-48). Cali- Colombia: Universidad del Valle.
Escrito por Diana Marcela Ortiz Mesa
en colaboración con la Caldera del Diablo Salsa Bar.
MORE THEN A FEE Anti-racist and decolonial tariff Proposal
The city of Cali, recognized as the “salsa capital of the world”, stands out as a cultural epicenter where music, dance and Afro-descendant identity converge in emblematic spaces historically built and maintained by racialized communities.
When thinking of this city as the “salsa capital of the world” it is necessary to go beyond the proliferation of dance academies or events such as the Cali Fair, since this movement includes year-round dynamics generated by bars, salsotecas, dance schools, dancers, orchestras, DJs, music lovers, record sellers, broadcasting collectives and all the actors that benefit indirectly, such as costume and footwear producers, instrument producers, concert producers, sound engineers, transportation, etc.
This movement sustains its history on deeper roots marked by processes of resistance, migration and resistance to cultural appropriation.
In this context, the implementation of differential rates for foreigners coming from the global north, in La Caldera del Diablo, has generated debates on its legitimacy and relevance from legal and consumer rights approaches.
An anti-racist and decolonial analysis allows us to understand this tariff policy not as a form of arbitrary discrimination, but as a mechanism of symbolic and economic reparation in the face of structural inequalities derived from colonialism and global racism.
From a decolonial perspective, salsa is not only a product of tourist consumption, but a cultural manifestation that has been historically appropriated by capitalist dynamics that frequently exclude or make invisible its neighborhood, popular and community beginnings.
In this sense, the differentiated tariff for foreigners from the global north¹ can be interpreted as a strategy of economic redistribution and cultural recognition, aimed at revaluing the contributions of local communities and generating direct benefits for those who have sustained these spaces over time.
This article aims to present to the local and foreign community the implementation of the differential tariff proposed by the Cali salsa establishment “LA CALDERA DEL DIABLO” from a critical perspective that integrates anti-racist thinking and economic justice.
To this end, the concept of “tariff justice” in contexts of cultural tourism will be addressed, as well as precedents of similar policies in other spaces globally and locally will be explored, and it will be discussed how this measure can contribute to economic sustainability through a collection initiative proposed by the La Caldera del Diablo called “Palenke”, this name is (given) […] as a recognition of the value and historical force represented by this word, which describes the places of refuge for enslaved black and African people during colonial times who were escaping Spanish oppression and enslavement.
Salsa Caleña as a practice of resistance to global gentrification
From the lively streets of Cali, salsa resounds as the heartbeat that marks the rhythm of daily life. This city has earned its title as the “salsa capital of the world” thanks to its rich history and the extraordinary passion of its inhabitants for this musical genre that constitutes a sign of territorial identity (Ulloa S, 1986).
Since the 1960s and 1970s, Cali has emerged as a hub for salsa, attracting musicians, dancers and aficionados from all over the world. The proliferation of dance schools, nightclubs and festivals dedicated to salsa has consolidated its reputation, making it a major symbol of cultural identity and pride.
The salsa boom in Cali began in the 60’s and 70’s, influenced by the impact of Caribbean music, especially from Cuba, Puerto Rico and New York. Unlike other places where salsa was consolidated as a music industry, in Cali it became a community and neighborhood phenomenon.
Cali salsa acquired its own style, characterized by an accelerated rhythm, agile steps and an emphasis on social dancing. In the popular neighborhoods, the salsotecas played a crucial role in the diffusion of this culture.
Beyond dance and music, salsa caleña has been a space of resistance for racialized and impoverished populations.
In this environment where salsa is lived and perceived in every step, in every corner and in every Cali heart, La Caldera del Diablo seeks to be a space that goes beyond entertainment and proposes itself as an agent of change and transformation of the social fabric of the city.
In this way the establishment recognizes the primary essence of salsa caleña, which establishes a type of communication through body language (Ulloa S, 1986) that materializes in concrete actions, an example of this can be when a neighborhood (whichever one is marginalized within the city), organizes a “rumba” to the rhythm of salsa caleña in order to raise the economic resources to finish building the school for the neighborhood that the state has been unable to conclude. This shows that salsa in Cali, more than an actor of entertainment, has been a means of resistance and community organization.
For the popular classes, especially Afro-descendants, traditional neighborhoods such as Obrero, Alameda, Juanchito, and the Aguablanca District became spaces where music was both a form of enjoyment and a way to affirm their identity in the face of racial and economic inequalities. Researcher César Pagano, “Cali made salsa a reason for living, a form of cultural resistance that united generations and social classes” (Pagano, 2007, p. 34).
In the last decade, Cali has witnessed a growing phenomenon at the Latin American level generated by the arrival of foreigners from the global north attracted by the relatively low cost of living.
In this sense, this migration has generated gentrification processes that affect local economies. According to Quijano (2000), “the Coloniality of power continues to operate through economic structures that perpetuate dependence and inequality”. Foreigners, arriving with strong currencies such as the dollar or the euro reconfigure the city. access to the city.
In this context, charging a differential rate for foreigners from the global north in the Caldera del Diablo is not an arbitrary or discriminatory measure, but a form of restorative justice.
This strategy seeks to compensate, even partially, the economic inequality that allows visitors from the global north to benefit from cultural goods without having been part of the historical processes that created them.
Fraser (1997) social justice not only implies economic redistribution, but also the recognition of structural inequalities and their reparation through concrete policies.
La Caldera del Diablo: A Bet of Repair and Resilience
La Caldera del Diablo has taken a political stance on the recognition of structural inequalities and has proposed a concrete form of reparation through the creation of the “Palenke” fund. Since the previous year (2024), this fund was created through a differential entrance fee according to the origin of its visitors (Global North/Latin America).
Far from being a discriminatory measure, this policy seeks to recognize the economic asymmetry between the local population and foreign tourists, and seeks to ensure that the Cali community is not displaced from its own cultural space, while generating a fund to help combat structural problems at the local level (racism, gender violence, access and/or school attendance of historically marginalized population, social injustice and inequity, among others).
These types of practices are aligned with restorative justice approaches that seek not only to repair material damage, but also to strengthen the social and cultural fabric. In the words of Boaventura de Sousa Santos (2010), it is essential to develop “epistemologies of the South” that allow communities in the global South to redefine their own forms of justice and resistance to the impositions of global capitalism.
Thus, the establishment La Caldera del Diablo is based on the firm conviction that salsa caleña is not only music and dance, but a symbol of identity, resistance and community, but in addition to this there is another series of bets and articulations that are based on an anti-racist and decolonial stance.
It is crucial to highlight that these measures are intended not to exclude but to restore balance to a scale that has long been tipped in favor of the Global North. Ultimately, defending salsa in Cali goes beyond cultural relevance; it serves as a political declaration of sovereignty and a reaffirmation of its heritage.
As Boaventura de Sousa Santos warns, “global capitalism not only commodifies goods, but also knowledge and cultural practices, stripping peoples of control over their own heritage” (Santos, 2010, p. 45).
The “Palenke” Fund as a Restorative Justice Strategy
At first glance, this measure may be criticized by some sectors, especially from the neoliberal discourse that defends equal access based on individual payment capacity. This initiative is not an act of discrimination but a form of restorative justice, which is why it is important to point out that this type of measure does not seek to exclude, but rather to balance a balance that has been tipped for centuries in favor of the global north. Ultimately, the defense of salsa in Cali is not only a cultural issue, but also a political act of reaffirmation and sovereignty over one’s own heritage.
Social justice is not limited to economic redistribution, but also requires the recognition of structural inequalities and the implementation of measures to correct such asymmetries (Fraser, 1997).
In this sense, the differential quota responds to a reality: foreigners from the global north arrive with stronger economies, which gives them a disproportionate advantage in the interaction with local markets, and the creation of the “palenke” fund with the money collected from this quota seeks to have a direct impact on historically marginalized and oppressed social groups.
These types of measures have antecedents in various struggles for economic and racial justice. In the context of apartheid in South Africa, for example, affirmative action policies were implemented to correct centuries of racial exclusion. Similarly, indigenous peoples in Latin America have demanded protective measures to prevent the dispossession of their territories and cultures.
La Caldera del Diablo not only seeks to balance economic conditions, but also to send a clear political message: Cali salsa is not a tourist product devoid of history, but a living heritage that must be protected from appropriation and displacement. As well as, betting on encouraging a culture of establishments with a greater awareness of social justice that aligns with the roots of community and historical resistance that salsa has had since its inception.
In this context, measures such as the differential quota implemented by La Caldera del Diablo are a legitimate form of restorative justice. They do not seek to exclude foreigners, but to correct a structural inequality that gives them disproportionate advantages.
The defense of Cali’s salsa should be understood as a political act, an effort to preserve the city’s identity and resist contemporary forms of economic and cultural colonialism, while at the same time becoming an opportunity to generate, through the proposed fund, initiatives that promote significant structural transformations, positively impacting a broad sector of society’s most vulnerable populations.
Bibliography
- Fraser, N. (1997). Justice Interruptus: Critical Reflections on the “Postsocialist” Condition. Routledge.
- Pagano, C. (2007). Salsa, un sueño colombiano (Salsa, a Colombian dream). Editorial Norma.
- Quijano, A. (2000). Coloniality of power, Eurocentrism and Latin America. Journal International Social Science Journal, 173, 121–136.
- Santos, B. d. (2010). Decolonizing knowledge, reinventing power. Ediciones Trilce.
- Ulloa S, A. (1986). La Salsa en Cali. Between the saleable image and the reality of the popular. In La Salsa en Cali: cultura urbana, música, y medios de comunicación (pp. 42–48). Cali–Colombia: Universidad del Valle.
Written by Diana Marcela Ortiz Mesa
in collaboration with Caldera del Diablo.
Bien escrito y articulado. Estaría bien compartir a qué se destinarán los fondos (más concretamente). También, considerar organizar espacios de dialogo en torno al tema de gentrificación, justicia restaurativa, economias restaurativas, etc. Podrían organizarse tanto en inglés como en español.